... se consideraba “ligera”

Tortura del agua


Para una mejor ejecución de esta tortura se ponía el imputado sobre un aparato denominado "caballete" o "acúleo", que consistía, en una de sus variantes, en una tarima arqueada en el centro.

Después de haber atado, a las dos extremidades de la mesa, las manos y los pies del inquirido, el verdugo procedía a la tortura del agua que podía desarrollarse de distintas maneras. Una de éstas consistía en hacer tragar a la fuerza, con la ayuda de un embudo, una increíble cantidad de agua, propinando después fuertes golpes en el abdomen, hinchado de agua y arqueado gracias al caballete. En otros casos se introducía una tira de lino en la boca de la víctima, haciéndola bajar lo más profundamente posible más allá de la garganta. Posteriormente la tela era empapada lentamente con agua y, al hincharse, creaba una situación de asfixia. Como si esto fuera poco, la tira era violentamente arrancada, provocando abrasiones internas, para después volver a introducirla. La ultima variante es la del hilo de agua. En este caso el imputado era colocado desnudo encima del caballete y, durante horas y horas, se procedía a hacer deslizar sobre su cuerpo un finísimo chorro de agua helada. Es interesante observar que esta tortura, en cualquiera de sus variantes, se consideraba "leve", y la confesión arrancada en estos casos era calificada, en la relación final del juicio, de "espontánea" y obtenida "sin la aplicación de torturas".

... con los pies pegados en troncos de madera

El trono


Esta herramienta consistía en una especie de silla argolla, sarcásticamente definida "TRONO". El imputado era colocado al revés, con los pies bloqueados en los cepos de madera.

Era esta una de las torturas preferidas por aquellos jueces que entendían atenerse a la ley. De hecho la legislación que reglamentaba el uso de la tortura, preveía que se pudiese efectuar una sola sesión, durante el interrogatorio del sospechoso. No obstante, la mayoría de los inquisidores eludía esta normativa, definiendo las sucesivas aplicaciones de tortura como simple continuación de la primera. El uso de este instrumento, en cambio, permitía declarar una sola sesión real, pasando por alto el hecho que ésta hubiese durado a lo mejor diez días. El "trono", no dejando marcas permanentes en el cuerpo de la víctima, se prestaba de manera especial a un uso prolongado. Hágase notar que a veces, junto a este suplicio, se efectuaba, sobre el presunto reo, también la tortura del agua o la de los hierros candentes.

... espinas muy agudas revoloteaban el cuerpo de los desafortunados

La Virgen de Nuremberg


La idea de mecanizar la tortura ha nacido en Alemania; es allí que ha tenido su origen “la Virgen de Nuremberg”.

Fue bautizada así porque, vista desde el exterior, sus semblantes eran los de una joven bavara, y además porque su prototipo fue construido e implantado en los subterráneos del tribunal secreto de esa ciudad. El condenado era encerrado en el interior, donde acúleos muy afilados traspasaban el cuerpo del desventurado. La disposición de estos últimos estaba tambien pensada que, aun penetrando en varias partes del cuerpo, no traspasaban órganos vitales y por consiguiente la víctima estaba destinada a una larga y atroz agonía. El primer testimonio de una ejecución ocurrida con la “Virgen” se remonta a 1515 y es relatada por G. Freytag: en su “Bilder aus der deutschen vergangenheit” cuenta de la pena infligida a un falsificador que permaneció en el interior del sarcófago durante tres días entre espasmos atroces.

Lista de instrumentos de tortura en la exposición